DOÑA
JUANA "LA LOCA" y FELIPE "El HERMOSO"
Supuestas
imágenes de Juana y Felipe "el Hermoso"
Arriba
: Maximiliano, Felipe "el Hermoso" (hijo), Maria
de Borgoña (esposa).
Abajo sus nietos : Fernando, Carlos y Maria.
En febrero de 1496 se realizó la boda por poderes
entre la infanta Juana y el archiduque Felipe. En agosto,
una armada de 120 navíos con 15.000 hombres a bordo
acompañan a la infanta hasta Flandes. La misma
armada se encargaría de traer a España a
la archiduquesa Margarita, hermana del archiduque, para
sus nupcias con el heredero del trono español,
el príncipe Juan.
Cuando
los esposos se encontraron, surgió entre ellos
una fuerte atracción que alcanzó tal grado
que, sin esperar a los esponsales oficiales, esa misma
noche, se retiraron a sus aposentos para dedicarse con
gran ardor a consumar el vínculo matrimonial. El
16 de Noviembre de 1498, nació en Bruselas la infanta
Leonor, hermana mayor del futuro emperador Carlos. Para
entonces ya habían llegado a Castilla rumores sobre
las graves desavenencias del joven matrimonio. Juana no
podía soportar los devaneos amorosos, extra conyugales,
de su bello "Don Juan flamenco" y poco a poco
se fue amargando y enrareciendo su carácter.
Juan
el heredero de los Reyes Católicos había
fallecido en 1497. Isabel, siguiente en los derechos de
sucesión, también fallece de parto en el
año 1500, y también fallece su hijo poco
después, cuando ya había sido reconocido
como príncipe heredero por las Cortes de Castilla.
Los Reyes Católicos, ante esa situación,
reclaman la presencia, en España, de Juana y Felipe.
Juana se ha convertido en la heredera de los reinos españoles
y debe estar en España. Los archiduques recorrieron
Francia con un numeroso séquito y ajuar. El 29
de enero de 1502 entraban en España por Fuenterrabía.
El 22 de mayo fueron reconocidos como príncipes
de Castilla y de Aragón. Juana habría de
ser la primera mujer que, por derecho propio, reinara
sobre Aragón.
Felipe
se hartó pronto de la severa corte castellana y
regresó a Flandes, dejando en España a su
esposa que estaba embarazada del que sería el infante
Fernando. Fernando nace en 1502 y su madre decide dejar
España y seguir a su esposo a Los Países
Bajos, cosa que no consigue hasta 1504, por la fuerte
oposición de sus padres a que deje el reino. Reunida
con su esposo, la vida en común se hace cada vez
más difícil. Felipe tenía una amante
que todo el mundo conocía en la corte flamenca.
Durante un fiesta, Juana se abalanzó sobre ella
como una fiera. Tras esa escena, que Felipe castigó
con dureza, Juana empezó a perder definitivamente
la razón. Felipe estaba harto de "La Terrible",
como era apodada la infanta española en Flandes.
Las
tristes noticias sobre su hija aceleraron la muerte de
Isabel la Católica que en su testamento nombraba
gobernador de Castilla a su esposo Fernando en ausencia
de su hija, "...que en viniendo esta y no queriendo
o no pudiendo gobernar, gobernará el rey Don Fernando".
Añadía que en caso de incapacidad de su
hija, la regencia debería ser desempeñada
por éste hasta la mayoría de edad de su
nieto Carlos. La Reina falleció el 26 de noviembre
de 1504 en Medina del Campo.
El
rey Fernando, para asegurarse el trono de Castilla trató
de concertar matrimonio con Juana la Beltraneja, supuesta
hija de Enrique IV de Castilla "el Impotente",
cuya paternidad se atribuía a su valido don Beltrán
de la Cueva, Duque de Alburquerque, por sus amores con
la reina. La Beltraneja, refugiada en un convento portugués,
contaba todavía con apoyo de una parte de la nobleza
castellana para la sucesión que, en su día,
fue causa de graves combates contra los partidarios de
Isabel y Fernando. Felipe el Hermoso influyó sobre
el monarca luso para evitar semejante boda. Fracasada
la tentativa de boda, Fernando influyó sobre su
hija para que abdicara en él, pero Felipe interceptó
el documento y encerró a su esposa. Así,
impedía que fuera visitada por los embajadores
de su padre. Fernando tenía grandes enemigos en
Castilla.
Los
partidos castellanos antifernandistas estaban representados
por los títulos: Bejar, Benavente, Medina Sidonia,
y Villena que optaron por favorecer el nombramiento de
Juana y Felipe como sucesores únicos del Reino
de Castilla. El rey para contrarrestar las intrigas de
Felipe, tanto en España como en Francia, contrajo
matrimonio (19 de octubre de 1505) con Germana de Foix,
joven, poco agraciada y "algo coxa", sobrina
de Luis XII de Francia, pero era divertida, coqueta y
dada a las fiestas y banquetes que harían de ella
una mujer extremadamente gorda en su madurez.

Germana de Foix.
Pero
se impuso el respeto castellano por el testamento de la
reina Isabel y se propició un arreglo de forma
que pudiera correinar Fernando. Felipe, para ganar tiempo,
aceptó la solución que quedó establecida
en la Concordia de Salamanca (1505) en la que fue reconocido
como rey de Castilla. Las rentas del reino se dividieron
en tres partes.
En
enero de 1506, Juana y Felipe partieron de Flandes a bordo
de una suntuosa nave, La Julien, que iba acompañada
de otros cincuenta navíos con 2.000 soldados a
bordo. Una tormenta dispersó la flota que tuvo
que buscar refugio en los puertos ingleses. La Julien
sufrió un incendio que estuvo a punto de hacerla
naufragar y la única persona a bordo que mostró
sangre fría fue la archiduquesa Juana. Pidió
que le sirvieran su comida, todos estaban mareados o vomitando,
y exclamó "...no sé de ningún
rey que haya muerto ahogado, por eso no siento miedo".
Permanecieron
en la corte de Enrique VII de Inglaterra hasta que las
naves fueron reparadas. El 22 de abril partieron rumbo
a la Coruña, donde fueron recibidos por sus partidarios,
con todo tipo de honores, cuatro días después.
Juana manifestó que no pensaba desposeer a su padre
de su derecho al reino, pero los nobles, que detestaban
"al catalán", estaban dispuestos a que
únicamente reinaran Juana y Felipe. Este ya había
repartido prebendas en abundancia, entre otras, al de
Medina Sidonia le había entregado toda Andalucía.
Mientras que la popularidad de Felipe iba en aumento,
la de Fernando disminuía y se iba demorando un
encuentro entre los adversarios. Lo único que deseaba
Felipe es que su suegro se desplazara cuanto antes a su
reino de Nápoles y le dejara gobernar en solitario
en Castilla, como después de varios encuentros,
entre ambos, sucedió.
Felipe
comenzó a gobernar, pero no pudo conseguir mantener
encerrada a su esposa, como deseaba, pues los procuradores
del reino, tras entrevistarla, no hallaron razones para
ello. El 12 de julio fueron jurados por las Cortes de
Castilla, reunidas en Valladolid, como reina y rey consorte.
Juana se hallaba embarazada de cinco meses de la infanta
Catalina, que sería el sexto de sus hijos en nueve
años de matrimonio. Estaba claro que la atracción
sexual entre aquellos jóvenes seguía manteniéndose
a pesar de los devaneos amorosos de Felipe y de los desvaríos
y terribles celos de doña Juana .

Aquel
año las malas cosechas y la propagación
de la peste sumió a la población castellana
en una grave situación de hambre y mortandad. La
corte se trasladó a Burgos y, allí, tras
una rápida y violenta enfermedad, muere Felipe
el Hermoso a los 28 años, el 25 de septiembre,
sin haber cumplido los tres meses del tan ansiado reinado.
Se pensó que había sido envenenado por orden
de su suegro, pero la opinión más extendida
fue que se vio contagiado por la epidemia de peste que
venía extendiéndose por España desde
1502. Su virulenta y fulminante enfermedad, que le llevó
a la muerte en tan solo cuatro días, se produjo
después una partida de caza que fue seguida de
un partido de pelota con un fornido vizcaíno, durante
el que bebió agua helada.
Su
cuerpo fue embalsamado y su corazón enviado a Flandes
en una caja de oro. Doña Juana enloquecida de dolor,
inició un largo y fúnebre peregrinaje por
tierras de Castilla, sin separarse en ningún instante
del féretro que contenía los restos mortales
de su esposo.
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Tras
la muerte de Felipe y sin dar tiempo a que pudiese estallar
una guerra civil entre los grandes de España y
los nobles flamencos, el Cardenal Jiménez Cisneros,
Canciller del reino con Isabel la Católica, se
hizo con el mando, contaba con el apoyo de las tropas
reales, y urgió el regreso de Fernando para que
se hiciera con la regencia.
El
rey Fernando, a su regreso de Nápoles (1507), trató
de concertar el matrimonio de su desdichada hija con Enrique
VII de Inglaterra. Conviene recordar que Catalina, hermana
de Juana, ya había enviudado de Arturo, otro hijo
del rey inglés, y se había vuelto a casar
con el futuro Enrique VIII. En 1509, fracasado el intento
de boda, fue recluida en Tordesillas durante toda su vida,
cerca del sepulcro de Felipe. Después de su muerte,
casi medio siglo después, ambos fueron enterrados
en la Capilla Real de la Catedral de Granada. La infanta
Catalina permaneció con ella varios años,
hasta su boda con Juan III de Portugal.
Fernando
consiguió la incorporación de Navarra al
Reino de Castilla (1512). Pero su odio por la Casa de
Austria le hizo buscar desesperadamente descendencia.
En 1509, tuvo un hijo con Germana que vivió pocas
horas, pero no se dio por vencido y comenzó a tomar
pócimas para aumentar su vigor sexual y se aplicaba
ungüentos afrodisíacos en los genitales, su
salud empeoró y empezó a desinteresarse
de los asuntos de estado para dedicarse únicamente
al placer de la caza. El 23 de enero de 1516, fallecía
Fernando II de Aragón y V de Castilla a la edad
de sesenta y cuatro años. En sus últimos
días, sus consejeros consiguieron evitar que nombrara
como sucesor, en detrimento de Carlos, a su nieto Fernando
por el que sentía un gran cariño que, además,
había nacido y vivido en España. Dejó
como regente de Aragón y Nápoles a su
hijo natural, Alonso, arzobispo de Zaragoza y al Cardenal
Cisneros como regente de Castilla, en espera del sucesor.
Por expreso deseo suyo, sus restos fueron trasladados
junto a los de su esposa que reposaban en la Capilla Real
de la Catedral de Granada.